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Revelar es limpiar, quitar o levantar las sustancias gelatinosas literalmente pegadas al soporte normalmente plástico, últimamente tan complejo como elojo de 1 abeja, Apis mellifica, aunque a diferencia casi siempre plano pues en algunas cámaras sha arqueao en correspondencia al arqueamiento de la punta exterior de la lente biconvexa poniendo de paso más difícil si cabe la imagen desenfocá que no se sabe cómo todavía se consigue hacer que por las fotos oscuras y las movidas ni sha intentao corregir ni sintentará en tiempos. Lo dijo Joan Fontcuberta:
- Los avances de la imagen se conseguirán en el corto espacio que va de la punta de la lente biconvexa al plano focal en el que se proyectan las ondas electrómagnéticas qentran por el diafragma en la cámara oscura, por tanto hacer varias mediciones de las luces y las sombras con el fotómetro de las cámaras antes de las tomas y hacer las pruebas necesarias antes de dar por buenas las copias resultantes es la única garantía fiable para no perder el tiempo y dañar su autoestima. Todas las acciones necesarias para la obtención de fotografías las puede ejecutar una persona. Los materiales sensibles a la luz, tanto los transparentes como los opacos, se deben manipular en completa oscuridad en unos casos y en penumbra en otros. En un cuarto situado en la zona más sombría de la casa que se pueda oscurecer por completo y no necesariamente de grandes dimensiones se puede instalar un laboratorio fotográfico. La posibilidad de ventilarlo fácilmente, una toma de agua y un desagüe elevan las prestaciones del cuarto oscuro al gusto del fotógrafo más exigente. En los laboratorios fotográficos deben separarse las zonas secas de las húmedas. En la zona seca, necesariamente cerca de la toma de electricidad, se ubican la ampliadora, los papeles sensibles debidamente protegidos y diversos accesorios. En la zona húmeda, cerca de la toma de agua y del desagüe, deben situarse el tanque de revelado, los productos químicos necesarios para efectuar los procesos, probetas para hacer las mezclas, un termómetro, un reloj, pinzas, cubetas y otros elementos. Es preciso advertir que en ningún caso se deben reutilizar los envases de productos comestibles y bebibles para almacenar productos tóxicos que puedan inducir a confusión; los químicos que se emplean en el revelado y positivado de fotografías son tóxicos. En tono menor es necesario advertir también que los fotógrafos deben prestar atención y cuidado en no mezclar los elementos de la zona húmeda con los de la zona seca ni "transportar" humedad en las manos y en la ropa. Los materiales no velados o ya velados deben tocarse únicamente por el reverso de las emulsiones. En previsión de las dificultades que pueden presentarse en su manipulación es recomendable tener las manos, incluso enguantadas, limpias y secas. Una vez secadas las emulsiones debe evitarse que entren en contacto con la humedad, especialmente si se trata de los agentes químicos que se utilizan en los procesos húmedos. La suciedad, especialmente la "microsuciedad" (motas de polvo, gotas de agentes químicos, pelos, huellas, etc.) son el peor enemigo de los fotógrafos. La ejecución límpia de los procesos fotográficos es una virtud que con el tiempo degenera en necesidad e incluso en obsesión razonable. El objetivo del fotógrafo en el laboratorio no debe ser limpiar los residuos, sino intentar poner fin a su producción desde el primer momento. Una gota de cualquier químico de los que se utilizan en los procesos húmedos, una vez seca puede cristalizar en una mancha imborrable capaz de arruinar cualquier resultado. No sólo pueden sufrir daños las emusiones, tambien la piel, los ojos, que no deben frotarse nunca, ni aún en caso de perplejidad o deslumbramiento emotivo al ver aparecer la imagen sumergida en los químicos, y también la ropa. Las emulsiones transparentes y opacas se "velan" cuando la luz incide sobre su superficie sensibilizada y produce un cambio químico en la misma. Mediante un proceso posterior fácilmente realizable, estas imágenes latentes se "revelan" en un baño húmedo para obtener imágenes positivas o negativas. Aunque se siguen los mismos pasos, son procesos diferenciados. En los envoltorios de las emulsiones sensibles y de los agentes químicos para revelarlas aparecen instrucciones que los fotógrafos deben respetar en los tiempos mínimos recomendados. Con experiencia y buena maña, la mayoría de los entendidos recomiendan sobrerrevelar o revelar un poquito de más -medio minuto añadido ó 4 agitaciones en vez de 3- las películas negativas, pero sin pasarse. Los sastres saben que una manga larga da menos problemas que una manga corta. De hecho, las zonas totalmente transparentes de los negativos se pueden dar por perdidas. Con las copias positivas ocurre lo contrario: una vez secas y endurecidas las emulsiones se oscurecen. En una entrevista publicada en la revista "Darkroom Photography" en 1989 el fotógrafo Ralph Gibson, que había impartido un curso en el laboratorio de Ansel Adams, reveló que el creador del sistema de zonas tenía un horno deshidratador para secar rápidamente las tiras de prueba y ver los resultados finales de la exposición en las copias. Sin medios tan sofisticados como los de Adams, los fotógrafos que conocen este oscurecimiento reducen el tiempo de exposición obtenido en la tira de prueba en torno a un 10 % de tiempo total. Algunos fotógrafos llegan incluso al 20 % en la reducción. La agitación y la temperatura influyen decisivamente en los procesos húmedos fotográficos. Cuando no se tienen experiencias anteriores con los químicos que se emplean es conveniente agitar por inversión 3 veces cada 30 segundos en los tiempos de revelado cortos, hasta de 9 minutos, y 3 veces cada 60 segundos en los tiempos largos, de más de 10 minutos. Aunque es preferible hacer las mezclas o "diluciones" de los químicos concentrados con agua caliente, pues se disuelven mejor, la temperatura de los diferentes agentes químicos que intervienen en los procesos húmedos deben mantenerse estables en todos los químicos. Los cambios bruscos de temperatura durante el proceso húmedo pueden reticular o trocear las emulsiones sensibles. Los procesos húmedos deben ser continuados hasta completarlos. Nunca se vuelve atrás en un proceso que normalmente incluye un baño revelador, uno de paro que detiene radicalmente el efecto del revelador (el baño de paro se puede hacer sólo con agua y en plan casero con unas gotas de vinagre) y un baño fijador que elimina los granos no "velados" ni "revelados" y endurece las emulsiones. Hasta aquí llega la parte más delicada de un proceso continuado en el que no debe haber descansos o paradas intermedias para hablar por teléfono o abrir la puerta, aunque algunos de estos accidentes han derivado en verdaderos descubrimientos. El proceso se completa lavando las emulsiones con agua corriente durante unos 20 minutos aproximadamente. Se puede reducir el tiempo de lavado con un baño eliminador de restos químicos. Antes de poner a secar las emulsiones se suele emplear un tratamiento con humectador, un detergente químico que hace que las emulsiones sequen uniformemente sin dejar residuos. En fotografía se habla de contraste cuando se hace referencia a la relación entre las zonas claras y las zonas oscuras que componen las escenas. Aunque el ojo humano las percible homogeneizadas y tiene un gran poder de penetración en las zonas muy claras y muy oscuras después de unos instantes de adaptación, las emulsiones sensibles a la luz, tanto las transparentes como las opacas, captan los contrates de luces reales de las escenas y se "especializan" en las zonas de luces intermedias, en los grises en blanco y negro. Para hacer correcciones (un negativo contrastado mas un papel suave igual a una copia normal y viceversa) y porque sobre gustos no hay nada escrito, los papeles se "gradúan" del 1 al 5 según su contraste: un papel del 1 es "suave" porque da muchos grises intermedios y uno del 5 es "duro" porque da muchos claroscuros y apenas grises. Cuando los fotógrafos "normalizan" el proceso de revelado de los negativos y utilizan la misma película y el mismo proceso eligen un papel de un grado, el que sea, y con ese papel lo hacen todo. Aunque funciona como un proyector de luz en vez de como un receptor, una ampliadora tiene los mismos mecanismos que las cámaras fotográficas, fundamentalmente los conocidos anillos de enfoque y diafragmas mas un obturador, en este caso un pequeño cronómetro, aunque también se pueden hacer fotos con un reloj de pulsera y el interruptor de la luz. Aunque para enfocar es preferible mantener el diafragma abierto a tope (1:2.8 ó 1:3.5), para las tiras de pruebas y las copias es preferible cerrarlo un par de pasos (1:5.6 ó 1:8). Teniendo en cuenta que los papeles tienen un indice de sensibilidad de 4 ISO, los tiempos de obturación, normalmente de varios segundos, deben hallarse realizando "tiras de prueba" con un trocito del mismo papel sensible en el que se proyecta hacer la copia. Las tiras de prueba deben colocarse en la zona de luces más variopinta de la imagen negativa proyectada por la ampliadora, en la zona más significativa (en la cara si se trata de un retrato) o, si se desea llevar el sistema de zonas hasta sus últimas consecuencias, en la zona clara de la proyección que el fotógrafo quiere que salga con detalle en la copia, la zona oscura en la que ha medido la luz en el momento de la toma. Aunque se suelen hacer escalas de tiempos sumadas (3, 6, 9, 12, 15...) lo propiamente fotográfico es doblar los tiempos de exposición, igual que con la cámara (lo correcto es 3, 6, 12, 24, 48...), pues de ese modo la separación entre 2 bandas consecutivas es de 1 paso de diafragma y además se consigue un tiempo de exposición claro y uno oscuro para compararlos con el correcto. Teniendo en cuenta que habría que esperar mucho tiempo para ver las superficies secas y endurecidas y por tanto su grado de oscurecimiento, salvo que se disponga de un horno deshidratador para estos menesteres, lo recomendable es reducir un 10 % el tiempo de exposición total en el momento de realizar la copia. Si se hace una reserva o tapado de luces en alguna zona de la foto en el momento de ampliar las fotos conviene ejecutarla tapando a mitad de distancia de la ampliadora y del papel y mover contínuamente la mano o la silueta opaca con la que se realiza la reserva, naturalmente sólo en el caso de que el fotógrafo pretenda que el tapado pase desapercibido. Los fotógrafos no deben conformarse con presentar resultados incompletos. Las fotos deben presentarse acabadas, aunque sin pasarse. Una representación vaga de lo que podría haber sido un resultado final prometedor sólo aporta inconvenientes y pérdida de confianza al fotógrafo. Aunque la moda del momento sea otra, siempre es preferible deslumbrar por el ingenio fotográfico que por los cuantiosos gastos en papelería, enmarcado o impresión. Personalizar los resultados llenando de subjetividades y toques personales una técnica tan antigua y llena de mecanismos como la fotografía es la única justificación para mantener activo un laboratorio.

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